

…”Nací del cruce de muchas sangres. En mi familia todos los abuelos habían nacido engendrados en el vientre de mujer india o negra. Mis padres, mis hermanos, mis primos llevamos la pelambre indígena, los ojos azules o el cuerpo
chamuscado con el sol africano…”
¿Híbrido o nuevo hombre? ¿Soy realmente un traidor a mi raza? ¿Un zambo escurridizo? ¿Un mulato entreguista? O sencillamente un mestizo americano que busca defender la identidad de sus sangres oprimidas.
“Tras mis huellas”, pretende compartir con ustedes aquellos recuerdos congelados en imágenes que reflejan mi espíritu, mi familia, algunos caminos recorridos y mis compañeros de viaje.
Infinito agradecimiento a Nereo López, a mi familia y a los amigos por ceder, con generosidad, los archivos personales para convertirlos en un asunto de interés público.



Abajo: Delia Zapata Olivella (hermana), Antonio María Zapata Vásquez (padre) y Edelma Zapata Olivella (hermana).
Arriba: Manuel Zapata Olivella y sus hermanos Neftalí, Antonio María, Juan y Virgilio Zapata Olivella.
Manuel Zapata Olivella y Antonio María Zapata Vásquez (padre, y primer letrado en la larga cadena esclava.)

LOS MÍOS
El lazo afectivo que me unía a mi padre trascendió más allá de la relación filial. Compartimos el sol de la verdad absoluta.
En 1957 conocí a Rosa Bosch, mi segunda esposa, en Barcelona. Luego de mantener correspondencia por dos años, el 23 de diciembre de 1960 nos casamos en Bogotá. Ella era la gerente de la revista Letras Nacionales. Además, tenía a su cargo la función de la proyección, diagramación y vigilancia de la edición y los artes finales.


Manuel Zapata Olivella con Rosa Bosch (su segunda esposa), Edelma Zapata Pérez y Harlem Segunda Zapata Pérez (hijas)
LOS MIOS
El lazo afectivo que me unía a mi padre trascendió más allá de la relación filial. Compartimos el sol de la verdad absoluta.

Abajo: Delia Zapata Olivella (hermana), Antonio María Zapata Vásquez (padre) y Edelma Zapata Olivella (hermana).
Arriba: Manuel Zapata Olivella y sus hermanos Neftalí, Antonio María, Juan y Virgilio Zapata Olivella.

Manuel Zapata Olivella y Antonio María Zapata Vásquez (padre, y primer letrado en la larga cadena esclava.)
En 1957 conocí a Rosa Bosch, mi segunda esposa, en Barcelona. Luego de mantener correspondencia por dos años, el 23 de diciembre de 1960 nos casamos en Bogotá. Ella era la gerente de la revista Letras Nacionales. Además, tenía a su cargo la función de la proyección, diagramación y vigilancia de la edición y los artes finales.


Manuel Zapata Olivella con Rosa Bosch (su segunda esposa), Edelma Zapata Pérez y Harlem Segunda Zapata Pérez (hijas)


Rambao
Teatro
Anónimo
Identificador
Coordinación Teatral: Fernando González Cajiao
Narración: Luis Alberto Sanchéz
Coordinación Coreográfica : Delia Zapata Olivella
Fotografía: Alvaro Gonzalez Moreno
Edición: Olinto Taverna
Textos: Manuel Zapata Olivella
Realización: Sergio Dow & Olinto Taverna
Con mi hermana Delia, precursora en el empeño de rescatar, recopilar, afirmar y difundir los bailes colombianos preservando su autenticidad, y en el convencimiento de encontrar en el espíritu de estas expresiones su propia identidad, nos comprometimos en la aventura que nos llevó a recorrer territorios inimaginados para presentar las danzas folclóricas colombianas en Francia, Checoslovaquia, Alemania, Rusia, China, España, América Latina y el Caribe.
mis apreciaciones sobre el folclor
Fragmento de Mesa redonda sobre etnomusicología
Cali, junio de 1963
Con mi hermana Delia, precursora en el empeño de rescatar, recopilar, afirmar y difundir los bailes colombianos preservando su autenticidad, y en el convencimiento de encontrar en el espíritu de estas expresiones su propia identidad, nos comprometimos en la aventura que nos llevó a recorrer territorios inimaginados para presentar las danzas folclóricas colombianas en Francia, Checoslovaquia, Alemania, Rusia, China, España, América Latina y el Caribe.
mis apreciaciones sobre el folclor
Fragmento de Mesa redonda sobre etnomusicología
Cali, junio de 1963
Rambao Teatro
Anónimo Identificador
Coordinación Teatral: Fernando González Cajiao
Narración: Luis Alberto Sanchéz
Coordinación Coreográfica : Delia Zapata Olivella
Fotografía: Alvaro Gonzalez Moreno
Edición: Olinto Taverna
Textos: Manuel Zapata Olivella
Realización: Sergio Dow & Olinto Taverna

EXPEDICIÓN
GUAPI 1963
En 1963, tuvo lugar una notable Expedición a Guapi, nacida en el seno de la Comisión Consultiva del Departamento de Investigaciones Folklóricas del Instituto Popular de Cultura de Cali, en equipo con el Centro de Estudios Folclóricos y Musicales (CEDEFIM) de la Universidad Nacional de Bogotá.
Un grupo de destacados expertos se embarcó en esta importante misión. Entre ellos: Luis Carlos Espinosa, reconocido organólogo; Delia Zapata Olivella, talentosa coreógrafa; Rafael Arboleda, experto técnico de grabación; Juan B. Ocampo, hábil camarógrafo; Jorge Sánchez, experimentado electricista, y Octavio Marulanda, investigador musical, folclorólogo y diligente coordinador.
Durante los meses de diciembre de 1963 y enero de 1964, este equipo recorrió los territorios negro-mestizos de Guapi y Saija, y de la comunidad indígena de los cholos. Su objetivo principal fue explorar, estudiar y recopilar información de diversos aspectos culturales. Se enfocaron en la música y los instrumentos musicales; en los músicos y los fabricantes de instrumentos; en las tradiciones navideñas, las balsadas, las coreografías y las danzas de carnaval, en el teatro folclórico, el habla y la literatura popular, así como en las artesanías y los oficios característicos de la región.
Agradecimientos al Instituto Popular de Cultura de Cali y a su Centro de Documentación por ceder los derechos de uso de los contenidos utilizados en la sección Expedición Guapi, 1963 para la exposición “Tras mis huellas” de Manuel Zapata Olivella.
Reportaje a Demetrio Mejía
Indígena Cholo.
26 de diciembre de 1963. Transcripción
Cantos de Jaibaná
Indígenas Cholos.
26 de diciembre de 1963.
Piezas musicales: “He venido por tu amor” y “Me voy a Belen”
Interpretadas por el grupo Litoral del Pacífico de Guapi.
21 de diciembre de 1963.
Piezas musicales: “Hojarasquín del monte” y “Ay ay amadores”.
Interpretadas por el grupo Litoral del Pacífico de Guapi.
21 de diciembre de 1963.



De viaje en Barranquilla en la época en que vivía en La Paz.
TRAS LOS PASOS DE UN MÉDICO RURAL
La temporada que pasaría en la provincia del valle de Upar, refugiado a la sombra de mi pariente, Pedro Olivella Araújo, significó para mí adentrarme en la cultura de los habitantes y de los pueblos indígenas asentados en la zona: los cantos vallenatos, las costumbres y necesidades de los pueblos campesinos que bordean el río, la dura labor en la periferia agrícola y pecuaria.
Para la región, significó una “agitación de las conciencias”, adormecidas por el conservadurismo de aquellos tiempos.
De mi época en esta región, quedaron huellas indelebles. Aquí conocí a María Pérez Mieles, una hermosa mulata que sería la madre de mis hijas: Harlem y Edelma. Y más allá de curar con parches, ramas aromáticas, el ajo y los emplastos, me quedaron las tardes de cotilleo bajo la fresca sombra de un mango, un chinchorro, un buen sancocho y el sonido celestial que solo el acordeón podía brindarme.
(Según Luis Mario Araújo Becerra en su obra Tras los pasos de un médico rural, publicada por la Editorial Ediciones Café Literario en 2020).



He sido un viajero incansable, realicé periplos por distintas regiones del mundo. Mi actividad se asemejaba al rayo que no cesa. Para algunos de mis amigos era difícil ubicarme. Hoy estaba en Nigeria. Luego en la antigua Cayena Francesa, o en Kenia, o en África del Sur; un mes después en Harlem recitando aquellos memorables versos de Langston Hughes:
He contemplado ríos,
viejos, oscuros, con la edad del mundo
y con ellos tan viejos y sombríos,
el corazón se me volvió profundo.
MIS AMIGOS
A los que me dieron agua en el camino
Amigos, obreros, campesinos, juglares, gaiteros, labradores, braceros y vagabundos.
Mariano Azuela, José Revueltas, Agustín Ñáñez, Diego Rivera, Ciro Alegría, Langston Hughes, Duke Ellington, Call Calloway, Laurence Prescott, Kenneth Spencer, Gabriel Zequeira, Consuelo Araújo, Nereo López, Gabriel García Márquez, Arnoldo Palacios, Rafael Escalona y a todos aquellos que, a mi regreso de la incertidumbre del andariego, me acompañaron en la lucha contra otros molinos de viento que esperaban mis embates.
Cuán provechoso fue el consejo de mi padre. Sin la medicina, no habría podido avanzar en el conocimiento de los hombres y los pueblos. Haciendo todo lo posible por no parecerme a los árboles, que no se pueden mover, dejé mis huellas en todos los continentes del planeta y planté mi palabra rebelde en todas las latitudes posibles.
Mi única inquietud era dejar una experiencia vivencial que pudiera servir a los que vienen atrás. Y si hay en la vida otra vida, no seré escritor; me dicen que por allá hay un sitio muy adecuado que se llama paraíso. Me gustaría estar en el paraíso y no en el infierno.
En 2004, por orden de Changó y de Yemayá, partí hacia la eternidad. Mis cenizas fueron vertidas al río Sinú para que las llevara al mar Caribe y el Caribe las condujera a África, madre de todos los ancestros. Quedan, pues, mi obra, mi temperamento, mi ejemplo; mi forma digna y erguida de asumir los problemas del arte y de la vida; mi acción incesante. Porque para mí, como para los sinuanos de antigua y formidable estirpe, la vida es actividad total. Pues para descansar basta y sobra el tiempo de la muerte.
